Vacationing en modo digital

Este post va para los muchos padres y madres que son digital parenting managers; gestores experienciales de la vida de sus hijos. Qué hacemos con el teléfono o la tablet que están imantados a las manos de los niños, ahora más en vacaciones.

Pasamos una media de 2.5 horas al día navegando en nuestros teléfonos móviles o tabletas.  Los más jóvenes según un estudio publicado por The Guardian demuestra como en el Reino Unido los jóvenes dedican cada vez más horas de su vida a ver lo que hacen otros en la red.  Nuestros niños y jóvenes son la primera generación de homo sapiens que encuentran sobre-estimulación y sobre-gratificación en el mundo on-line. Ahora que?

El aburrimiento tiene sentido

Dar oportunidades para desear que el tiempo de descanso sea ocio, pero también experiencia.

Dar oportunidades para desear que el tiempo de descanso sea ocio, pero también experiencia.

 

Aburrirse sirve.  A cualquier edad. Mejor si son pequeños y aprenden a «matar» el tiempo vacío con algo que no se mida en pulgadas ni en resolución de pixeles.  Aunque te sientas una @malamadre por ello, el hecho es que cada vez son más los contras de éste subidón de consumo de dispositivo.  Sólo dos por mencionar los más gordos:

1.  A más consumo de pantalla, más riesgo de obesidad.  De la misma manera que los nuevos sapiens digitales han sido expuestos a más estimulación e información de manera precoz que ningún otro humano en la historia, también pueden ser la primera generación que no viva más que sus padres.   El riesgo de obesidad aumenta un 30% (Feng 2011)  entre los niños que tienen acceso a dispositivos tecnológicos desde su habitación.

2.  La sobre-estimulación provoca un difuso umbral de tolerancia.  Cuando el organismo recibe con regularidad determinadas dosis de estímulos, llega un momento en el que el consumo reiterado de este estímulo no le satisface, y busca otro nuevo: más potente, novedoso, mejorado para consumirlo o depredarlo hasta la saciedad.  Y uno, y otro y otro…igual que cualquier adicción. La investigación del Grupo de Neuroplasticidad y Aprendizaje de la Universidad de Granada viene señalando esto desde ya unos años.

El problema aquí es que un niño y muchos adolescentes, carecen de experiencia vivencial.  Esta es necesaria para determinar los límites y se consigue no porque papá o mamá o un profesor en el colegio la dicte.  La experiencia vivencial se adquiere asumiendo riesgos, ponderando oportunidades y tomando decisiones bien sea socialmente a través de otros, o a través de solventar retos deportivos, intelectuales o relacionales.  Si no tienes esa experiencia lo que resuelvas a través de un «juego» en un dispositivo digital inteligente en el que todo está controlado solo aporta entretenimiento pasivo.  No hay uso del pensamiento crítico.  No puedo decirlo mejor que Catherine L’Ecuyer, y su «Educar en la Realidad», pero si puedo ayudar a que muchas familias tengan herramientas para formar(se) como verdaderos ciudadanos digitales.

Un niño hace lo mismo que hacemos la mayoría de los españoles con los dispositivos inteligentes. Consumir en modo digital. Solo consumir. Crear, darles sentido y utilidad, aprender de la red, crearnos un entorno de aprendizaje, y todas esas cosas que hacen que la red tenga valor y sentido, muy pocos entre el porcentaje de humanos ibéricos conectados que nos rodea.  Premiamos al que más pantalla consume, o al que mejor uso puede hacer de las herramientas que nos hacen verdaderos ciudadanos digitales.

El efecto neto del consumo digital sin límite ni frontera es la desmotivación. (Bristol University 2010, Shin 2011)  Nada nos gusta, nada intentamos, solo estamos allí delante de la pantalla.  El músculo de la creatividad y la imaginación hiberna a pesar del calor, porque no tiene herramientas para ejercitarse. Creemos que por que manejen una tablet o un teléfono con un juego están aprendiendo algo.  Leyenda urbana.  Estos aparatos son intuitivos, inteligentes, igual que los buscadores por el que con suerte has llegado a este post.  Y un niño, al estar delante de él pierde la oportunidad de aburrirse.  Cuando nos aburrimos es cuando ese músculo que se llama imaginación y creatividad se activa.  Al darle power se enciende el más sofisticado sistema de conexiones y engranajes.  El mismo que nos hace creer que una pantalla por si misma es aprendizaje.  Regalando un poco de aburrimiento de vez en cuando conseguiremos que nuestros hijos vivan más que nosotros, y con suerte tengan la experiencia para poder construir pantallas para verdaderos ciudadanos inteligentes.

@bvcontentart

 

Bibiana Vargas

Furibunda lectora, estudiante para toda la vida, rebelde con causa donde la haya. Inundada de sentido creativo, y todas las demás cosas de la vida normal y corriente.

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