De smartphone a smarthome: Un camino largo
Todos somos víctimas de nuestros propios inventos. Y la pescadilla se muerde la cola, con la diferencia de que la cola salpica en todas las direcciones. El momento en que entregamos un móvil o tablet a nuestros hijos para «Qué»?, marca una gran diferencia.
Es libre la interpretación del significado de la cultura digital? O nos quedamos en el título solamente? A veces tengo la impresión de que nos quedamos en lo segundo y no nos detenemos a pensar en lo primero. Si entendemos que cultura digital significa disponer de un smartphone o tablet, estar horas procrastinando en redes sociales o compartiendo emoticonos con sonrisas o lágrimas a diestra y siniestra creo que mal vamos. Por que lo que hacemos es consumir, gastar tiempo, energía y otros valiosos etc. en algo no muy productivo. Gastamos presencia, pero también nos forjamos una actitud que transmitimos irremediablemente a nuestros hijos.
Acceder a un cúmulo crítico de información sin ediciones es sin duda una gran revolución. Pero no todos los viajeros de la red tienen la madurez para discernir los colores del campo. La red, sin ediciones difumina, dispersa, diasuade y persuade. La red, como toda gran avenida tiene sus señales, y aprender a leerlas es parte de la enseñanza que debemos dejar a nuestros hijos o alumnos. Hijos a alumnos en igual medida, porque no todos los centros escolares pueden atender esta realidad, mientras que la mayoría de ciudadanos si están ya en el circuito smart…phone, tablet y sucedáneos al acceso de niños y niñas por igual.
Todo educa. La cultura digital se aprende, como todo. Educar ciudadanos digitales competentes es una tarea que se logra por demostración. Si demostramos a nuestros hijos o alumnos que la información es un bien valioso y lo convertimos en algo útil al alcance de grandes y pequeños conseguimos mucho. La dieta digital que propongo se refiere a usar en principio el sentido común y la intuición en mayor medida que la de los teléfonos que usamos.
Cualquier estrategia de educación digital debe comenzar por entender la Nettiquete. Esos principios y presupuestos básicos que guían el intercambio de opiniones y experiencias entre comunidades. Una correcta ortografía, un uso adecuado de las mayúsculas y minúsculas así como los presupuestos de los que partimos para abordar los temas que nos interesan son elementos dignos de reflexión.
Una correcta introducción a la ciudadanía digital nos sitúa en el terreno de la empatía y de la ética. Nos debe llevar a identificar estados emocionales y sus efectos en la toma de decisiones y a la manera como se práctica la empatía en el contexto on-line.
¿Porqué es diferente nuestro alter ego digital a nuestro yo off-line? Corresponden nuestras habilidades sociales y relacionales a las habilidades on-line? Pues muchas veces hay diferencias abisales. Si entendemos que la huella digital que dejamos nos marca indeleblemente y estará ahí dando vueltas en la red cada vez que tecleemos nuestro nombre tal vez empecemos a ver con otro prisma el valor de educar desde muy pronto el alter ego digital de nuestros hijos y jóvenes aprendices.
Más allá de las consideraciones debidas a la seguridad y a la intensidad con la que se consuman tales o cuales bienes digitales, el hecho es forjar en nosotros una personalidad digital como profesionales y ciudadanos responsables, útil y productiva como parte de nuestro legado. Como quien conduce responsablemente un coche y conoce el lenguaje de la autovía, hacer un uso responsable de la ciudadanía digital es también parte de la enseñanza de nuestros hijos. De smartphone a smarthome queda un largo camino por recorrer.