Despejar la X: Algebra editada para adolescentes
Odié las matemáticas. Fui una de esas niñas a las que las matemáticas gracias pero no. Tutores, profesores, y un padre ingeniero químico entregado a que la niña resolviera binomios, polinomios y ecuaciones de primero y segundo grado. Primero el álgebra, luego cálculo, luego física, química y trigonometría. Y nunca entendí para qué.
Crecí creyendo que era negada para los números, deseando que los profesores de matemáticas y de ciencias jamás recordaran mi nombre. No sufrí un trauma por ello pero nunca fui verdaderamente libre para escoger una senda profesional que involucrara los números. En las humanidades era reina , algo así como la venganza del sith en modo letras. El resultado neto: Licenciada en Ciencias Políticas y Económicas (sí económicas), no me pregunten cómo pero un día con 20 años y lágrimas de emoción en mis ojos aprobé un exámen universitario de microeconomía: Milagro absoluto. A lo largo de mi vida universitaria y laboral nunca he recurrido a la fórmula del polinomio al cuadrado, cierto. Pero no por ello creo que desmerezca la pena invertir una parte del precioso tiempo de la plasticidad cerebral en resolver el complicado puzzle de despejar la x. Esta licencia personal que comento me sirve para introducir este post.
Segundo de la ESO, 13 años de media y no dejo de escuchar: «para qué me va a servir el álgebra o las matemáticas» sin parar por los pasillos y corredores de diversos centros de educación públicos y privados a los que acudimos con nuestros talleres. Al márgen de la discusión de la labor de los docentes que hacen más o menos entretenida ésta asignatura hay una pregunta de fondo que nunca resolvemos. Es aquí donde intento contribuir constructivamente al trabajo de los maestros que tienen esta no muy popular tarea en los centros escolares.
«Porqué me tengo que esforzar tanto en algo que no me va a servir para nada»
El reclamo de fondo que hacen los niños y niñas es en la razón por la que se hace necesario invertir tan ingente esfuerzo en resolver problemas que involucran letras y números, porqué eso, que aunque se te dé mejor o peor sea una herramienta que tenga sentido en el corto, mediano y largo plazo. Pero si hacemos un pequeño paralelo entre el álgebra y las situaciones que refleja en muchas de las circunstancias cotidianas, puede que encontremos un valor diferente en el significado de aprender álgebra y las puertas que se abren tras ella.
No se trata de buscar culpables. Se trata de construir un nuevo discurso donde se demuestre que los contenidos muchas veces van más allá de lo evidente. De eso es de lo que se trata ser maestro. Se trata de inspirar, de hacer visible lo que no lo es a simple vista. Qué un joven de 12,13 o 14 años no le vea color a sus asignaturas y exprese su inconformidad con ello amplifica una mirada crítica. Bienvenida sea. Pero no podemos quedarnos ahí, y eso es en lo que los mayores tenemos que incidir.
Algebra para fomentar el pensamiento crítico
El algebra tiene valor porque es absoluto y porque no es fácil. En el álgebra las respuestas están bien o están mal. No hay escala de grises. Las ecuaciones algebraicas tienen solución. Aún cuando la respuesta pase por no tenerla. La respuesta se encuentra. En el álgebra no hay lugar para opiniones informadas, moralidad relativa, argumentos elocuentes o discusiones de justicia o equidad. No todas las respuestas son iguales. En el álgebra no hay argumentos, no hay súplicas, no hay excusas. La respuesta es la misma para quien es caucásico, indoeuropeo o de cualquier raza entremedio. Solo una única respuesta aún si se es de centro, de derecha o de izquierda, o si se profesa tal o cual religión o creencia. La misma respuesta para hombres y mujeres, más o menos pobres o ricos. La misma.
El mundo es como es, la realidad es una y aunque queramos adornarla con nuestras vivencias la realidad muerde por igual sin distingo de raza o condición social. El álgebra es un excelente ejemplo de ello. La exposición de un joven a una verdad inmutable tiene gran importancia. El mundo está lleno de demasiadas personas que desconocen el valor de las lecciones que deja el álgebra en el mundo cotidiano. Hay quienes apasionadamente acompañan sus creencias particulares sin la humildad que apareja el reconocimiento de verdades que no son influenciadas por la retórica, la pasión o el compromiso. Un adolescente es alguien que tiene un gran camino de experiencias por recorrer, arrogante por naturaleza y a quien se le puede disculpar su desmesurada ignorancia. No así a un adulto que tiene la responsabilidad de ser guía de los jóvenes que le rodea. Darles la razón a los adolescentes en éste aspecto puede tener consecuencias. No todo es fácil, no todo es inmediato, y eso es algo que a los padres, maestros y alumnos hiperconectados e hiperinformados de hoy nos cuesta asimilar.
En épocas de politicos corruptos y confusos líderes espirituales es cuando más apremia la necesidad de contar con una buena dosis de pensamiento crítico. Cada vez que escucho a los «líderes» dictando recetas de cómo debemos conjugar nuestro ser y nuestro estar me los imagino en una playa , dictando a la marea y las olas a grito herido cómo y en qué dirección tienen que romper. Con el cálculo, hijo del álgebra, cualquier persona puede calcular la posición órbital de la tierra y de la luna y predecir las mareas. No hay orientación social, política o religiosa que pueda influenciar el resultado. La corriente y el fondo marino hará que la ola rompa donde tenga que romper. Punto.
Otra de las razones por las que el álgebra es importante no es la importancia intrínseca de encontrar el vórtice de una parábola. Es el hecho de practicar a resolver problemas, con independencia del problema mismo. Las cosas la mayoría de las veces deben resolverse. Una vez cubierto lo básico, es posible aplicarlo a nuevas situaciones que surjan a lo largo de la vida? Pues va a ser que sí. Podríamos reconocer cuáles de las reglas que conocemos sirven para resolver tal o cual situación? Puedes resolver una situación correctamente? El álgebra es un sendero particularmente valioso y altamente comercial a lo largo de la vida. Estrategias para resolver problemas es lo que vas a tener que desarrollar a lo largo de toda tu vida. Que lo diga alguien que dejó el álgebra y sus sucedáneos para varios septiembres en su educación secundaria tiene otro valor.
Balanceando la ecuación: Un poco de edición en los términos
A la educación en general le falla el copywriting. Nos editamos mal la mayoría de las veces. A los educadores (desde cualquier esquina) nos falla la edición de nuestros contenidos. Muchos de los problemas de la nueva escuela y las nuevas tecnologías en el aula tienen que ver con el hecho de que no vinculamos el contexto al contenido. No todo ha estado mal hecho. Los padres son quienes en miles de oportunidades equilibran la ecuación desde casa. El elefante se come a cachitos, lo que se traduce en tener una estrategia que paso a paso permita visualizar, agrupar coincidencias, aplicar conceptos, ponderar alternativas. En definitiva usar el pensamiento crítico como herramienta de solución de problemas, con la ventaja de que hay solo una respuesta. Está bien para comenzar a practicar no?
La lógica implacable del álgebra es universal. El hecho de que tengamos que esforzarnos y mucho para reconocer su aplastante lógica nos hace humildes. La humildad es algo a lo que nuestros jóvenes adolescentes hoy no están muy acostumbrados. Debemos alegrarnos que haya algo que sea tan cierto y tan absoluto que no esté sujeto al contexto de lo político, de lo social, de lo religioso, de lo espiritual. Una entre pocas herramientas que sirve de marco y referencia para desarrollar un sólido esquema de pensamiento crítico, indispensable para el desarrollo de la personalidad, la autoestima y la sofisticada disección de la avalancha de información que recibimos continuamente.
La solución no es únicamente despejar la x. Es también comprender el camino que nos lleva a balancear la ecuación. «Al-Jabr» significa reducción y equilibrio llamada según su padre Muhammad ibn Musa Al-Khwarizmi a «definir una infinidad de problemas de clase». Algo nada despreciable en las complejas y tecnológicas vidas que enfrentamos a día de hoy.