Alumnos «maker»: dieta de Pensamiento Crítico
Enseñanza, aprendizaje y educación. Todas éstas palabras a veces parecen sinónimas y se repiten entre nosotros constantemente. Enseño lengua, matemáticas, filosofía, etc, etc. Aprendo y desaprendo. Todas las disciplinas tienen una razón de ser sin duda en el sofisticado andamiaje de la experiencia y utilidad de nuestra sociedad de la información.
Este post no va del cómo enseñamos o aprendemos. Este post va de QUÉ enseñamos? Enseñamos habilidades, herramientas, estrategias, reglas, relaciones, valoraciones. Disciplinas desde las que modelar la manera de interpretar las observaciones de la realidad que concebimos como ciertas. Modelamos los pensamientos para jugar con ellos dándoles la forma, el color y volumen necesarios para mutarlos en conocimiento cada vez más especializado.
El pensamiento en sí no significa discernimiento. El pensamiento sucede como condición natural de ser. Pero sucede que mucho de nuestro pensamiento es distorsionado, desinformado, prejuiciado, o arbitrario. Está lleno de ruido. En muchas, muchísimas oportunidades no usamos una dirección que nos obligue a valorar de manera regulada nuestros pensamientos. No lo hacemos por que es cómodo no aparcar los «filtros» que desgranan el pensamiento. Aceptamos las cosas por hechas. No es bueno ni es malo. Sucede.
Si hoy aceptamos que los mecanismos de educación, aprendizaje y enseñanza tienen que adaptarse a las realidades de la sociedad de la información, y promovemos a su vez el ideal del aprendiz práctico, el «maker» en oposición al paradigma del «rebaño excelente» que ha arrojado la maquinaria educativa industrial del SXX, tenemos que repensar el qué antes del cómo. Qué marco mental es idóneo, -si ello lo es-, para forjar los hábitos bajo los que se desarrolla el pensamiento que interroga, el pensamiento que permite buscar y encontrar conexiones, el pensamiento que busca alternativas, el pensamiento que sintetiza y genera conclusiones. Ese esquema que hace de nuestros alumnos protagonistas e instigadores de su propio camino de dónde se destila?
El pensamiento es una piscina en la que puedes nadar. Si la piscina es de plástico o la estructura tiene grietas perderá agua por todos los sitios. Si la estructura está diseñada y calibrada podrá hacerse útil mientras sean funcionales sus elementos, fuerte a las variaciones del terreno en el que se instala y adaptable a las circunstancias en las que se use. El esquema de pensamiento que formemos desde la infancia puede ser más importante que el relleno que usemos para darle forma, color o sabor. Eso es el Pensamiento Crítico es la piedra angular de cualquier aprendizaje. Y lo pasamos por alto. Continuamente. Y ahí comienza una cadena que distorsiona el aprendizaje y nuestra actitud hacia él hecho de aprender o enseñar, según desde donde se mire.
Qué es el pensamiento crítico:
El pensamiento crítico es un músculo que necesita ejercitarse continuamente, desde el primer ciclo de educación infantil, conforme se sofistica el pensante, madura y se conforma el ser. Con suerte, el esquema de pensamiento que provee el pensamiento crítico será hábito y diferenciará un ciudadano comprometido y activo de un «borrego al uso».
El pensamiento crítico es el modo de pensar-sobre cualquier tema,contenido o problema- en el cual el pensante mejora la calidad de su pensamiento. Nuestra calidad de vida, la cualidad de lo que producimos, hacemos o construimos y consumimos depende, precisamente de la calidad de nuestro pensamiento.
Qué hace un pensante crítico:
- Formula problemas y preguntas con claridad y precisión
- Acumula y evalúa información relevante
- Usa ideas abstractas para interpretar esa información efectivamente
- Llega a conclusiones y soluciones, probándolas con criterios y estándares relevantes
- Piensa con una mente abierta al margen de las etiquetas o las casillas
- Visualiza las implicaciones y consecuencias prácticas de sus conclusiones
- Logra comunicarse efectivamente
Más fácil dicho que hecho. Es más fácil decir lo que debe hacer un pensante crítico que hacerlo nosotros mismos. El razonamiento del pensamiento crítico se soporta en comprender el ecosistema en el que se soporta el pensante. Pero por obvio que parezca, poner en forma el músculo del pensamiento crítico necesita adelgazar la línea de ruido con la que estamos acostumbrados a vivir.
La «dieta» de las ideas se resume en filtrar toda la información académica, informal y social que usamos para valorar cualquier asunto que nos ocupe. La dieta tiene por objeto destilar la lógica con la que abordamos los asuntos que pretendemos estudiar, analizar o investigar. Si disectamos el prisma y comprendemos sus partes, como educadores podemos reconocer nuestra propia concepción respecto al asunto. Y de paso descubrimos que cerca o que lejos estamos de abordarlo en su integridad. Con los deberes hechos COMUNICAR efectivamente aquello que nos interesa y transmitirlo a nuestros alumnos es consecuencia de la creación del «saber» colectivo.
Enseñar bajo el prisma del pensamiento crítico es sin lugar a dudas invertir el proceso de creación de conceptos. Indispensable para quiénes deseen instigar el aprendizaje basado en proyectos, quienes deseen forjar aprendices auto-dirigidos. El pensamiento crítico es generoso, pues como mejor explica Cervantes al terminar: «La Española Inglesa» Novela Ejemplar discierne y mucho el empaque de la sustancia, aunque el empaque enamore y la sustancia aparezca como materia difusa. Pensamiento para ejecutar la prueba del algodón para ciudadanos conscientes.
Generoso porque nos invita a superar la dosis de egocentrismo que nos acompaña de fábrica al hacer evidente que realmente no haya mucho soporte para muchas de nuestras creencias, acciones o relaciones. Quieres conocer más: descargue aquí la chuleta completa que desgrana los pasos que destilan el proceso de pensamiento.
Te dejo la chuleta básica de la «dieta» del pensamiento que usamos en nuestros talleres en los últimos grados de primaria. Es la base para alimentar conexiones, establecer líneas y demostrarles a nuestros alumnos que aprender puede resultar en un ejercicio que dure para siempre.