Pensamiento Crítico para Nativos Digitales

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Si viste Barrio Sésamo, jugaste en la calle con tus primos y amigos y también sabes lo que es un aparato que se llama Atari, significa que hoy rondas los 40 años y eres la última generación de humanos occidentales medianamente desarrollados que creció sin medios digitales en su infancia. Es decir, los que hoy somos padres de niños, somos la última generación de la humanidad que ha crecido sin un aparato de comunicación digital en la mano. El Atari tenía un joystick, vale, pero no lo llevabas en el bolsillo.

Los siguientes de nosotros que crecieron ya, usando aparatos tecnológicos en su mano en el día a día, son los nativos digitales. El término acuñado por Marc Prensky en el 2001 “Digital Natives, Digital Inmigrants” se refería en ese momento a anunciar las imprescindibles transiciones que tendrían lugar en el aprendizaje. Ser nativo digital, 13 años después de ser editado el término significa mucho más que usar un aparato de comunicación e información para todo o casi todo.

Ser nativo digital puede verse desde varias perspectivas, la más popular se refiere sobre todo a la comunicación en redes sociales, convirtiéndose en un lugar común. Pero los lugares comunes nos han demostrado ser peligrosos, abarcan mucho y no dicen nada. Dependiendo del prisma bajo el que se mire, la digitalidad acerca, simplifica, ahorra tiempo, conecta, une. O por el contrario pervierte la convivencia y la humanidad de nuestras relaciones.

La cultura en la que se sumerge un nativo digital es sobre todo la de la oferta. Oferta de herramientas, oferta de servicios, oferta de consumo. Todo enseña, toda la cultura enseña. De ahí que la manera como se transmita la ciudadanía a los nativos digitales es un asunto de especial importancia. Ser nativo digital es también ejercer una ciudadanía digital. Significa sobre todo utilizar algo maravilloso que no viene en la configuración de nuestra condición de usuarios digitales y sí en la de ciudadanos digitales: el pensamiento crítico.

Y es ahí donde la educación es más importante. El prisma de la educación adquiere toda relevancia pues son los medios digitales y la tecnología de las comunicaciones las que ponen de manifiesto que las relaciones humanas y productivas se miden también por un nuevo calibre. Enfrentando la realidad es observable que: “una mayoría de alumnos o potenciales consumidores solo sabe utilizar unas herramientas básicas para comunicarse (redes sociales); una mayoría de alumnos no sabe hacer una búsqueda eficaz de información, ni discriminar las fuentes de la misma de cara a la veracidad de lo que buscaban; una mayoría de alumnos no tienen estrategias de transformación para cumplir aquellas habilidades” que preconizamos como necesarias en este nuevo escenario creativo, emprendedor y tecnológicamente conectado bien sea elaborando una opinión sustentada o expresada mediante los medios digitales adecuados.

«Los nativos digitales necesitan un aprendizaje específico de la red, un aprendizaje que debe basarse en espacios de reflexividad.» Esto lo redactaba José Luis Coronado en el blog de ined21 en marzo del 2012, 10, años después de Presnky. Vamos en el 2015 y la cuestión nos la seguimos planteando sin que en realidad se tomen muchas medidas, o muy pocas, para asumir lo que ya nos engulle. Navegar es una tarea compleja, que ha de ser secuenciada y guiada, por un pensamiento crítico activo, tutelado de la misma manera como un entrenador personal desarrolla sesiones de preparación física. El entrenador es un maestro, que es también como en otras ocasiones un espejo. El espejo es el que refleja lo que ve. Si el entrenador no anticipa el cambio de táctica para desarrollar el partido, vamos graves y eso es la realidad que vemos hoy en miles de centros escolares, en miles de niños que parece que no encajan. Necesitamos profesores también digitales, aunque sean inmigrantes digitales, aunque tengan acentos de sus orígenes. El pensamiento crítico es para todos una herramienta indispensable. Comprender que la vida digital deja huellas, que no basta con enchufarse a un whatsapp o tener un millón de amigos en Facebook es una tarea de todos los que conformamos la tribu en la crianza y educación de los ciudadanos del siglo XXI. Para eso se necesita el verdadero pensamiento crítico, de eso, muy pocos tenemos.

La infografía de elesapiens y su post del pensamiento crítico ilustra de maravilla un debate que sigue abierto, del que nadie asume voz y bandera. Parece que nos dedicamos más a jugar y a whatsappear, verbo que aprendemos a conjugar, antes de detenernos en educar elementos que son realmente importantes. Contenido sí, pero para gente que piense, lo decimos desde aquí que nos dedicamos a la generación y curación de contenidos en este mundo on-line.

Bibiana Vargas

Furibunda lectora, estudiante para toda la vida, rebelde con causa donde la haya. Inundada de sentido creativo, y todas las demás cosas de la vida normal y corriente.

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